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Surcando los cielos del Puerto de Palma

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La presencia de halcones sobrevolando la zona atemoriza a las gaviotas y no vuelven, aunque vienen otras nuevas, por lo que el trabajo ha de ser constante.

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A primera hora de la mañana, Sergio Cantón se dirige al puerto de Palma para realizar una labor de conservación indispensable. Es uno de los responsables de cuidar, alimentar y entrenar a los halcones y águilas de Harris que surcan los cielos del puerto y que ahuyentan a aves silvestres como gaviotas, palomas y lavanderas. La importancia de este servicio de control es extrema, ya que el efecto corrosivo de los excrementos de las aves deteriora las instalaciones, sistemas electrónicos y embarcaciones del puerto. Y no solo eso: también pueden llegar a provocar y expandir enfermedades a través de los sistemas de aires acondicionados.


La presencia de halcones sobrevolando la zona atemoriza a las gaviotas y no vuelven, aunque vienen otras nuevas, por lo que el trabajo ha de ser constante.


Más conocido en aeropuertos, donde los halconeros se encargan de que las aves no entorpezcan ningún vuelo, hace más de una década que este servicio se puso en marcha en el puerto de Palma. Desde entonces, comenta Sergio Cantón, los resultados son evidentes: “Antes teníamos dormideros donde se agrupaban unas 3.000 o 4.000 especies solo en el puerto de Palma. Gracias a esta práctica, la población está más controlada”.


Cada halconero cuenta con un grupo de aves a su cargo, principalmente halcones y águilas Harris. Se encargan de pesarlas, alimentarlas y controlar las posibles variaciones en la conducta. Una vez dispuesto todo el equipo, se realizan dos tipos de rondas: vuelos disuasorios continuos o bien enfocados en alguna zona conflictiva donde se identifica algún problema.


La manera de proceder demuestra la confianza entre adiestrador y ave. Desde la preparación de la comida hasta el control del vuelo: “Cada pájaro es un mundo”, explica Cantón. “Algunas tienen dotes innatas, pero en todo caso requiere mucho entrenamiento”. En muchos casos, el mismo halconero ha visto nacer a las aves y las acompaña durante toda su vida: “La relación que se establece es muy especial. Cuando son muy jóvenes vuelan con miedo, incluso con algo de torpeza. Poco a poco ves el progreso en su adiestramiento, y es algo muy enriquecedor”.


Desde el amanecer hasta la puesta de sol, el equipo de especialistas de Natura Parc recorre el Muelle de Poniente, los Muelles Comerciales y el Dique del Oeste, donde se controlan los vuelos de las aves.


Pero, como comenta el halconero, la responsabilidad de controlar la fauna silvestre es tarea de todos: “Una simple arqueta mal cerrada es un foco de aves, o tirar pan a las gaviotas desde las embarcaciones”.

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