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Controla los estrechos para controlar el mundo

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José Rafael Díaz

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Cuatro son los principales estrechos para la navegación marítima. Malaca, Ormuz, Suez y Panamá. Cualquier incidente que se de en uno de estos pasos navegables, puede provocar un colapso en el flujo de mercancías y una crisis mundial, como se pudo comprobar recientemente en Suez con el embarrancamiento del Ever Given o durante los conflictos bélicos como el de 1967 entre la alianza de los países árabes e Israel.


Estos cuatro enclaves han conformado la geopolítica del intercambio comercial mundial y la necesidad de mantenerlos siempre controlados, para garantizar la estabilidad política y económica.


Malaca en el sudeste asiático y su entorno aglutinan el 50% del tráfico internacional. Es paso obligado en el intercambio Asia-Europa.


Ormuz, el “estrecho negro” entre Irán y la península arábica, concentra a su vez el 30% del tráfico mundial. Gran parte del petróleo que se produce en la zona del Golfo Pérsico navega a través de este. Situación que se da desde que la economía mundial depende esencialmente de los combustibles fósiles. En los próximos años, la transición energética, el auge de las energías alternativas y la disminución en la producción de barriles de petróleo, desviará parte de su relevancia estratégica hacia otros territorios.


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Si el Canal de Suez es vital, lo será aun más en el futuro. Las autoridades egipcias se apresuran a ampliar y modernizar su infraestructura, anunciando ambiciosos proyectos de desdoblamiento. El reciente incidente del portacontenedores de Evergreen no ha sido el detonante para estas iniciativas ni mucho menos. Las autoridades del canal son conscientes de su potencial futuro, motivo por el que desarrollan potentísimos programas de crecimiento. Egipto depende en gran medida de los intereses e ingresos generados por el canal.


Panamá también ha sido objeto de ampliación recientemente para permitir el paso de buques de mayor capacidad y poder seguir liderando la travesía entre Atlántico y Pacífico.


Pero, Suez, será sin duda el estrecho más importante del mundo y aun más, cuando las energías limpias vayan sustituyendo a las alternativas fósiles en las economías mundiales. Tras los intereses egipcios se da un estrecho seguimiento por parte de la Casa Blanca, Bruselas, Pekín o Riad, para seguir proporcionando estabilidad a su comercio internacional, porque los estrechos son la vía para seguir desempeñando el papel de potencia global.


Entre todo este enjambre geopolítico y estratégico surge ahora un nuevo punto clave en la geografía de oriente medio, Yibuti, antigua colonia francesa, un pequeño estado con escasos recursos naturales. El segundo país más pequeño de África después de Suazilandia, pero un enclave indispensable para controlar el paso del 30% de la flota mercante mundial e intercambio comercial entre Asia y Europa.  Situado en el Cuerno de África, a diez minutos de vuelo de la Península Arábica, es base permanente de destacamentos militares de cinco países. China, EE.UU., Francia, Italia, Japón y próximamente también de Arabia Saudí.


Yibuti, por su situación, controla la entrada al Mar Rojo desde el estrecho de Adén y consecuentemente todo tráfico con rumbo a Suez. Es el estado con mayor número de ejércitos con base permanente del mundo. Sirve de enclave también para la lucha contra la piratería y puerto seguro para garantizar la estabilidad en la región.


Imagen 2


Todo ello ha dado lugar al desarrollo del puerto de Dolareh, infraestructura adyacente al aeropuerto internacional de Yibuti, a las bases militares, a la línea férrea que lo conecta con Etiopía, a una planta de licuefacción, gaseoductos, oleoductos, terminales portuarias multipropósito, etc.


Es fácil entender el interés que ha tomado esta zona para las potencias extranjeras. Etiopía el segundo país más poblado de África y sin salida directa al mar, importa y exporta el 95% de sus productos a través del puerto de Dolareh.


Imagen 3

Vista de Dolareh y su puerto.


DP World opera en dicho puerto con su terminal de contenedores, instalación de graneles líquidos y zona franca.


Imagen 4

Terminal de DP World en el Puerto de Dolareh


La actividad en torno al puerto es tan intensa, que los ingresos de esta infraestructura, la actividad relaciona con el tráfico marítimo de mercancías y las bases militares generan en torno al 80% del PIB nacional.


Un buen ejemplo de lo que una situación geoestratégica acompañada de las actividades adecuadas, puede devolver a un estado a pesar de su reducido tamaño. 

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