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Una pica en Flandes

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AntonioRB

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Cuando alguien alude a "poner una pica en Flandes" está haciendo referencia a que algo se ha conseguido con dificultad y sorteando muchos obstáculos, pero su resultado ha marcado un hito. Una situación que se ha dado en Puertos de Las Palmas

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A nadie se le escapa que la sustitución del director de la Autoridad Portuaria de Las Palmas por parte de su presidente, Luis Ibarra, ha levantado muchas ampollas en el colectivo de ingenieros de caminos canales y puertos, acostumbrados a mandar y a que nadie les tosa en sus dominios. 


El caso de Francisco Trujillo, director de la Puertos de Las Palmas, licenciado en Dirección y Administración de Empresas por la ULPGC y con un Master en Gestión y Planificación Portuaria y otro en Tributación de Empresas no es el único. Esta situación se ha reproducido en otros puertos durante 2020, como Santander, con un director, Santiago Díaz Fraile, recientemente nombrado que es licenciado en Derecho, graduado en Psicología y Máster en Asesoría Jurídico-Laboral; o Gijón, que ha nombrado director general de la entidad a José Manuel del Arco, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y Máster en Gestión por la Universidad de Oviedo, así como Máster en Dirección, Organización, Tecnologías y Gestión por la Universidad Politécnica de Cataluña.


Por supuesto que no se trata de hablar mal del colectivo de ingenieros, donde hay grandes profesionales, se trata de reflexionar sobre el poder que han ido acumulando en el organismo público de Puertos del Estado y sus ramificaciones, las autoridades portuarias españolas, sometidas a su criterio. Una estructura, con toda la lógica del mundo, llena de ingenieros e ingenieras de caminos canales y puertos, puesto que en su fase de desarrollo eran los profesionales mejor cualificados para diseñar esas mastodónticas estructuras portuarias de las que están dotados hoy los puertos. Pero la realidad actual ha cambiado, ya no se necesitan cerebros que diseñen grandes infraestucturas portuarias, puesto que la mayoría de los puertos están totalmente construidos. Ahora se buscan otros perfiles, donde prime la formación económica, tributaria, jurídica, logística o comercial, o un compendio de todas ellas. Pero no es menos cierto que se busca romper esa hegemonía de los ingenieros en la estructura de Puertos, donde se han atrincherado hasta el punto de crearse unos a otros plazas para la eternidad, o donde ese sentido gremial que se da en muchas otras profesiones y actividades les exime de juzgar el trabajo de sus compañeros y hacer la vista gorda en algunas ocasiones. Y lo peor, capaces de hacer una oposición interna a esos presidentes que han osado nombrar a alguien fuera de su gremio, para intentar demostrar que siguen siendo indispensables.


Una parte importante de esta situación la ha propiciado la propia legislación portuaria que coloca en la cúspide de los directivos de las autoridades portuarias, como jefes de área a aquellos que han llegado a la dirección de algún puerto, sea por poco o por mucho tiempo, lo haya hecho bien, mal, regular o de manera sobresaliente. Todos se colocan en las jefaturas de área impidiendo que nadie pueda acceder a esa escala, y perpetuándose en ella, sin oposición por esa plaza durante décadas.


En el caso de Las Palmas, el sector empresarial ha aplaudido la decisión Luis Ibarra, y aunque nadie lo dice públicamente por aquello de preservar el negocio ante agentes que aún tienen poder en plaza, sí que lo expresan en otros círculos. Y no es que les parezca bien o mal el cambio de ingenieros por juristas o economistas, lo que valoran y aplauden son los resultados conseguidos en prácticamente un año.


Es cierto que Ibarra lleva en su mochila la experiencia de sus primeros siete años largos de mandato, donde mantuvo un pulso importante con algunos de sus ingenieros directivos. En esos años allanó el camino. 


En esta segunda etapa donde en breve cumplirá dos años al frente, desde el primer momento ha tenido una hoja de ruta clara que ha ido cumpliendo paso a paso. Hitos en ocasiones no muy tangibles como la reordenación del puerto, especialmente el Reina Sofía, e incluso Arinaga. Aspectos como la resolución de los conflictos de la estiba o de los problemas de la Sagep. El impulso de los acuerdos con MSC, la conexión y la sintonía con la clase empresarial, e incluso con el sindicato. El impulso y la celeridad en la gestión y resolución de los expedientes.


En muchas ocasiones, sus actuaciones puede ser que no hayan gustado a alguien, pero lo que si es cierto es que hasta sus oponentes en estas lides valoran que cumple con su palabra, que lo que dice lo cumple.


Y esta gestión diaria, cotidiana, silenciosa y con tan buenos resultados se ha visto reforzada por la empatía, la sintonía o como se le quiera llamar con su dirección, el órgano ejecutor de su hoja de ruta. Y es precisamente este tándem el que no gusta a algunos de sus detractores internos, que empiezan a cuestionar la figura de ese director no ingeniero, aunque en su contra tienen los resultados obtenidos hasta la fecha.

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