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Los tráficos marítimos al rumbo de las relaciones internacionales (parte 1)

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José Rafael Díaz

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En un entorno de permanente incertidumbre y constantes cambios, las relaciones internacionales, la geopolítica y la actual tendencia de las grandes potencias a agruparse en bloques de interés, marcan las pautas del comercio mundial, condicionando la economía global y por ende el trafico marítimo.


Por un lado, el bloque compuesto principalmente por Estados Unidos y sus aliados, Canadá, Reino Unido y la Unión Europea. Por otro, Rusia y China, cuyas relaciones bilaterales se estrechan cada vez mas, sobre todo tras los desencuentros de la reciente cumbre chino-americana en territorio canadiense.


Este posicionamiento sin embargo incomoda a determinados países con fuertes lazos económicos con Oriente. Hay que recordar que el gigante asiático es el principal importador de productos alemanes. Francia evita asimismo un posicionamiento y mucho menos un pronunciamiento a este respecto.


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Si China depende comercialmente de Europa, también los países europeos tienen muchos intereses en las economías asiáticas. Alemania importa a día de hoy cifras record de gas ruso a buen precio y dispondrá incluso de un gaseoducto, el Nord Stream 2, que inyectará gas natural directamente desde territorio ruso al mercado alemán.


El país germano se encuentra más cómodo en una postura de balanza equilibradora entre los bloques, que confrontando con otros estados.  Polonia, los países bálticos, Rumanía y algunos de los nórdicos, defienden una postura dura contra Moscú. En la banda opuesta, España, Italia, Hungría y la República Checa partidarios de opciones diplomáticas y de colaboración.


Ante este escenario, Moscú sigue trabajando en su supremacía económica, apostando por una alianza fuerte con Pekín. Las declaraciones contundentes de Biden contra Putin, amplifican el distanciamiento entre Moscú y Washington.  


El reciente intento de acercamiento de Bruselas a Moscú protagonizado por el representante de asuntos exteriores y Política de Seguridad de la Unión, Josep Borrell, ha resultado infructuoso, a pesar del empuje mostrado por el alto diplomático. La postura de Moscú frente al bloque occidental es firme. El ministro de Asuntos exteriores ruso, Sergei Lavrov, culpa a la UE de unilateralidad y de ser responsable del distanciamiento.


Todo ello favorece el acercamiento de Rusia a Pekín, relación que se materializará con la firma de varios acuerdos comerciales. El estado ruso suministrará petróleo, gas y armas, se realizarán maniobras militares conjuntas y se trabajará en la mejora de la seguridad cibernética.


Pero lo cierto es que la estabilidad económica china depende en gran medida de las relaciones con EE.UU. y Europa, con quienes mantiene transacciones comerciales de enorme importancia. Y estas relaciones del tipo “uno a uno”, no entre “país-bloque”, son las que se prefiere llevar a cabo desde Oriente, separando de manera clara lo que son negocios, de las tensiones políticas.


Ante este panorama, Europa y el bloque occidental es consciente del importante papel que juegan otros países geoestratégicos como Turquía, tendiendo la mano al presidente turco Erdogán. Turquía es la puerta comercial que separa Europa de Asia, contando con un importante y creciente potencial militar, destacando especialmente el tamaño de su flota en el Mediterráneo.


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Mandatarios de Rusia, China e Irán


Si Turquía es un socio clave y estratégico, no menos lo es Irán. Las sanciones económicas que ha impuesto América contra el régimen de Teherán, la rotura de relaciones y del acuerdo nuclear durante la etapa del presidente Trump, son evidentemente un problema que favorece relaciones entre los países que conforman el bloque oriental. China e Irán firmarán próximamente sendos acuerdos en materia económica y de seguridad.


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Firma de acuerdo chino-iraní


Estos compromisos incluirían inversiones en materia energética, puertos y transporte ferroviario. Como contrapartida, la exportación del petróleo y gas iraní a China, tras un largo periodo de bloqueo por parte de EE.UU., que permitirá el reflote de la maltrecha economía de los ayatolás y que producirá cambios en el tráfico marítimo de estos productos. Pekín, hasta el momento, adquiere mayoritariamente estos bienes a Estados Unidos, Australia y Rusia. Con los dos primeros las relaciones no están en su mejor momento, Pekín llegó a suspender las importaciones australianas cuando Canberra culpó al gobierno asiático de ser el origen y responsable de la pandemia del covid 19. La entrada en escena de las exportaciones iraníes y rusas supondrían una significativa alternativa, a las de los países Commonwealth afines a Washington.


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Este importante cambio de rumbo del máximo consumidor mundial de productos energéticos, tendrá sin duda influencia en el tráfico marítimo de productos y derivados fósiles. Rusia se convertirá en el principal suministrador de gas a su socio chino. Irán podrá esquivar el bloqueo económico gracias a la reactivación de sus ventas de petróleo y gas, a la vez que moderniza sus infraestructuras, que por otra parte serán integradas en la ruta de la seda china, rememorando estrategias e itinerarios que datan del 200 aC-100 dC.


Vivimos una época de grandes cambios, el entorno geopolítico vaticina acontecimientos importantes y las relaciones internacionales se mueven bajo grandes bloques estratégicos. Seguiremos analizando este entorno cambiante y su posible afección al comercio internacional, transporte marítimo y portuario.

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